martes, 27 de julio de 2010



"Todo lo que se puede afirmar sin pruebas, se puede rechazar sin pruebas"

-- Christopher Hitchens --
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EL FANÁTICO Y LA CIENCIA

lunes, 19 de julio de 2010


Los fanáticos religiosos se oponen a la evolución y a otras teorías bien establecidas por la ciencia. Sin embargo carecen de espíritu crítico. Cabría imaginar que cualquier persona que se opusiera a teorías científicas asentadas sólidamente por todo el peso de las evidencias, debería gozar de un portentoso espíritu crítico, amén de conocimientos al alcance de muy pocos. Sin embargo, detrás de cada uno de estas personas se oculta siempre alguien absurdamente dispuesto a creer en espíritus, demonios o milagros. La razón es obvia: no es su espíritu crítico lo que les mueve, sino sus convicciones religiosas.

Cada vez que un fanático religioso observa una teoría científica, se pregunta: ¿desacredita esta teoría mis convicciones religiosas o las escrituras sagradas en las que firmemente creo? Si no es así, acepta la teoría. Pero si, de algún modo, desacredita sus convicciones religiosas, la teoría es rápidamente descartada. No importa cuántas evidencias existan a favor de la teoría porque no es cuestión de pruebas, sino de emociones personales muy poderosas. ¿Por qué los átomos o la gravedad, aun siendo también teorías, no reciben la habitual oposición que sí recibe la evolución por parte de los fanáticos religiosos? Porque estas teorías no se oponen a la doctrina nacida de las sagradas escrituras. ¿Por qué la evolución sí recibe constantemente oposición por parte de los fanáticos? Porque la evolución hiere de muerte los hipotéticos hechos narrados en el Génesis. La evolución elimina a Adán de la historia del hombre, y sin Adán, la obra de Jesús carece de sentido, pues no olvidemos que el papel de Jesús en la tierra era liberar a los hombres del pecado original cometido por Adán. ¿Qué sentido tendría el cristianismo sin la figura de Jesús? 
Pero no sólo la teoría de la evolución es objeto de descrédito por parte de los fanáticos religiosos. Como he dicho toda teoría que desacredite el discurso religioso es inmediatamente excluida por el fanático. Entre algunas de estas teorías también se encuentra la teoría que describe el momento en el que se inició la expansión del Universo hace unos 13 o 14 mil millones de años y conocida bajo el nombre de Big Bang. La razón por la cual esta teoría despierta el recelo de los fanáticos es que se opone frontalmente a la creencia religiosa según la cual Dios creó el mundo hace unos seis o siete mil años. Pero, ¿por qué los fanáticos creen que el Universo tiene sólo seis o siete mil años de edad? Pues porque sumando las genealogías y las edades de los patriarcas bíblicos, esa cifra es coherente dentro de su contexto religioso. El intento de refutación de la teoría de la tectónica de placas (el hecho de que los continentes se han ido desplazando permanentemente en el tiempo) también es un ejemplo más de fanatismo religioso. La teoría, aun aceptada ya por muchos colectivos religiosos, es objeto del descrédito porque afirma que el desplazamiento de los continentes se produce desde hace millones de años, y no desde hace unos pocos miles, lo cual hubiese contentado a todos aquellos fanáticos que siguen pensando que Dios creó el Universo hace sólo 6 ó 7 mil años. También costó varios siglos convencer a las masas de creyentes de sociedades pasadas que la tierra no era el centro del sistema solar, hipótesis aceptada y basada en el idea judeocristiana según la cual la tierra debía ser el centro de la creación divina y por tanto el centro de todo lo existente. 
En general todo aquél que, sin una formación académica adecuada, se oponga a teorías científicas bien establecidas por motivos religiosos, es un hombre incapaz de reconocerse a sí mismo como algo fuera de un plan divino perfecto. Un hombre que ha perdido su papel de protagonista principal de la película y se niega a asumir que es sólo una parte integrante más dentro de la diversidad de actores que componen el reparto dentro del cosmos. Le es sumamente difícil aceptar que no es más singular que una ameba o que un orangután. A parte de esto, es difícil culpabilizar a éste tipo de hombre, pues parece que por razones genéticas estamos programados para creer que cualquier hipótesis que contradiga aquello que nos fue inculcado durante la infancia pone en peligro nuestra supervivencia misma. Por eso resulta tan difícil que personas adoctrinadas tempranamente reviertan sus creencias durante la edad adulta. Sin embargo, y a pesar de esto, creo que los creyentes deberían esforzarse en aprender a ser más escépticos con las formas religiosas que ofrece la cultura popular. Si se llegara a entender que cualquier afirmación de conocimiento exige unas pruebas pertinentes para ser aceptadas, no habría lugar para los fanatismos religiosos.
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domingo, 11 de julio de 2010



"Ustedes podrían deducir que el mensaje es que la única manera de ser feliz es creyendo que existe un más allá. Y no se equivocarían. Creo firmemente que la vida es algo terrorífico e inestable para el resto de los mortales. La única manera de sobrevivir es engañándose a uno mismo. La gente está desesperada por encontrar algo en lo que creer"

- Woody Allen -

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